Los instrumentos o sistemas de medición no siempre son precisos, ni mantienen su precisión a lo largo del tiempo, debido a las influencias del entorno al que están expuestos, al desgaste y a la sobrecarga o al uso inadecuado. Por ello, es necesario calibrarlos de vez en cuando para determinar su precisión actual y garantizar que sus resultados sean trazables a patrones de medición conocidos. Es decir, la calibración determina las características de rendimiento de un instrumento, sistema o material de referencia.
La calibración suele realizarse mediante una comparación directa con estándares de medición, CRM o un método de referencia de orden superior, todos los cuales tienen una incertidumbre de medición menor que la unidad que se va a calibrar. Hay cuatro razones principales para calibrar un instrumento: